“Yo padezco cada vez que tengo que subir a un ómnibus: subo con mi hija, la mochila de mi hija y mi notebook a la espalda. Encima los escalones son altísimos y el colectivo parado en medio de la calle”, confiesa Teresa Campanini.

Upa es un sinónimo de levantar algún peso, especialmente a los niños. Mientras que UPA (con mayúsculas) es la sigla de Unidad Plegable de Acceso, un proyecto elaborado por una tucumana. Ambos tienen el mismo sentido. El dispositivo que creó Lorena Gutiérrez sirve justamente para que “los ómnibus nos hagan upa” y las personas accedan de una manera más fácil y segura al transporte público de pasajeros.

Un escalón común, de esos que hay en nuestras casas o en edificios de instituciones, tienen cerca de 18 centímetros. En contraposición, los de la mayoría de las unidades que circulan en Tucumán tienen una altura promedio de 50 centímetros. Cualquier persona sana y adulta necesita hacer un esfuerzo para ascender; trepan, se agarran fuerte, pegan un salto. Si no están en ese grupo, las cosas se complican. Los chicos, los que tienen alguna discapacidad, los adultos con alguna enfermedad y los adultos mayores necesitan una mano fuerte que los ayude y que no siempre está.

“Analizando esta situación, que genera dificultad a los pasajeros a la hora de subir y bajar de las unidades, debido a su gran altura, y tomando como ejemplo la experiencia de mi mamá, Blanca, que tiene que esperar ómnibus ‘bajos’ para poder trasladarse, es que desarrollé UPA”, describe a LA GACETA Gutiérrez, docente, diseñadora gráfica y emprendedora interesada en lo social, como se autodefine.


UPA propone la implementación, en los colectivos que no son de piso bajo, de un peldaño auxiliar que va adherido debajo del vehículo y que se extiende a través de un brazo neumático cuando se llega a la parada. El conductor sólo tiene que apretar un botón para que el peldaño baje o suba. Simple. El proyecto fue seleccionado para integrar un catálogo del concurso Innovar en 2016 en el rubro “Tecnología para la discapacidad” y también recibió un Fondo Semilla ese mismo año. En 2017 se probó en unidades de la líneas 19. Por último, en octubre pasado se probó la seguridad y resistencia en el Instituto de Estructuras de la Universidad Nacional de Tucumán, donde se realizó un ensayo de carga. En él se concluyó que tanto materiales como diseño resistirán con éxito su uso cotidiano.

Sara Taullard de Peralta es otra de las usuarias de ómnibus interesada en que algo cambie: “es importantísimo solucionar el problema de ascenso y descenso en el transporte. Hay embarazadas y madres con niños pequeños, discapacidad, adultos mayores... Todos corremos riesgos innecesarios”.

Y como es un problema común que se ve en cualquier parada de la provincia, Gutiérrez resalta que ahora se necesita que la gente se sume a la idea, cuente su experiencia, suba fotos o videos, que ayude a visibilizar la problemática de muchos, y que lo haga en la web o en la página de Facebook de la propuesta (http://iniciativaupa.com.ar).

Porcentajes

La ley provincial N° 7.811, promulgada en 2006, establece que las empresas de transporte público de pasajeros debían tener hasta 2010, en forma progresiva, sus unidades adaptadas para el ingreso y egreso de personas con movilidad y comunicación reducida.

Sin embargo, apenas 170 de los 1.200 colectivos del transporte público provincial tienen rampas, según datos cruzados de la Dirección General de Tránsito de la Provincia y de la Subsecretaría de Tránsito y Transporte de la Capital, información que publicó LA GACETA en marzo de este año.

En San Miguel de Tucumán, que se adhirió a la norma provincial en diciembre de 2007, sólo una de las 14 líneas urbanas cumple con la norma: se trata de la línea 12, que tiene 20 colectivos con rampas, de un total de 40 coches.

El subsecretario municipal de Tránsito y Transporte, Enrique Romero, explicó en ese informe de nuestro diario que desde el inicio de la gestión actual, se incorporaron 130 colectivos cero kilómetro en las líneas urbanas, y que 80 cuentan con rampas y piso bajo.

La respuesta de los empresarios es que la mora en el cumplimiento de la ley que obliga a que al menos el 50% de los colectivos tengan rampas se debe a la falta de infraestructura (caminos de tierra y sin cordón) y al atraso en la tarifa. “Hay una campaña contra los empresarios. Tenemos una tarifa menor a la que pedimos. Solicitamos exenciones de impuestos para no subir la tarifa y poder brindar un servicio acorde, pero no hubo respuesta. Clamamos por una mesa de trabajo para definir una política de transporte, lamentablemente no podemos tener un mejor servicio si no cubrimos los costos”, aseguró Daniel Orell, titular de la Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (Aetat).

“Hasta que se cumpla con la norma, a la gente hoy le está costado subir a los ómnibus. Nosotros proponemos una solución más accesible, inmediata, económica y de fácil instalación. Ahora nos enfocamos en trabajar con la responsabilidad social de las empresas, para que se aboquen a este proyecto que tiene un impacto social”, detalla la emprendedora.